Una gran historia que contar.

El origen de Ciempozuelos se remonta al año 180 a. C. bajo dominación romana, cuando se estableció el primer núcleo que se conoce. Los colonizadores serían oriundos de la ciudad de Puzol y de las isla de Ischia, en el golfo de Nápoles, y la localidad recibió el nombre de Ischadia -en griego “Áridos higuerales”- por la abundancia de este frutal en la zona.

Orígenes del nombre de Ciempozuelos

El nombre de Ciempozuelos no es casualidad. Su peculiar subsuelo está cargado de historia. Bajo las casas de la localidad brota abundante agua que, durante siglos, ha servido para el abastecimiento de los vecinos y para regar las cosechas.
A partir del siglo XIV, se comenzaron a construir galerías principales en el subsuelo del municipio, a las que cada vecino conectaba sus propias galerías desde sus viviendas para garantizarse la recogida de agua. Lo que generó una intrincada red de pasadizos kilométricos que cruzan el pueblo y que tienen aproximadamente 1,50 metros de ancho.
Estos canales también sirvieron para reconducir los manantiales hasta la Vega de Ciempozuelos, dando abastecimiento de agua a las cosechas.

CARÁCTERES GENERALES

El Cordel de las Cárceles, por su parte, arranca del Cordel de las Merinas o de Palomero, atravesando el arroyo del mismo nombre hasta que, en los chozos de Cuesta Vieja, se ensancha sirviendo de descansadero de ganado. Continúa en dirección este-oeste y cruza sucesivamente la vía férrea Madrid-Alicante, la cacera de Serrano, la carretera de San Martín de la Vega y las acequias del Jarama y de la Media Luna. Tras llegar a la finca El Sotillo, finaliza su recorrido en el río Jarama, colindante ya con el término municipal de Titulcia.

Además de estos tres cordeles, hay otras seis veredas que completan la red de vías pecuarias. La Vereda de Sacejo o de la Huerta comienza en el ya citado nudo viario situado a los pies del Cerro Castillejo y sigue su curso por el trazado del antiguo ferrocarril de La Poveda en dirección oeste-este. Tras atravesar la acequia del Jarama cruza el Cordel de los Manchegos en el soto de Las Arriadas para finalizar en el río Jarama. La Vereda de la Casa del Conde nace del Cordel de las Merinas o de Palomero, en el sur del término; toma rumbo NO-SE hacia las Salinas de Espartinas para cruzar la Carretera M-307, la vía férrea Madrid-Alicante y la acequia del Jarama y, tras servir de linde con Seseña atravesando la finca Casa del Conde, termina, como la anterior, en el Jarama. La Vereda de Peñalba o del Parral, de corto recorrido, tiene su inicio en el Cordel de los Manchegos y, con dirección O-E, atraviesa el soto de la Chopera hasta el río Jarama a la altura de la isla de Peñalba, donde existe un descansadero-abrevadero de ganados. La Vereda Larga de los Cerros o de Gózquez también parte de la falda del Cerro Castillejo, sirve de límite con el término de Valdemoro y continúa por el norte en San Martín de la Vega. Las dos últimas vías presentes en el término son la Vereda del Soto de Valdemoro al Puente de Palo, que procedente de Valdemoro atraviesa sucesivamente la Vereda Larga de los Cerros, la carretera de San Martín de la Vega, la acequia del Jarama y el Cordel de los Manchegos, siempre en dirección O-E, hasta llegar al soto Gutiérrez y finalizar en el río Jarama, y la Vereda del Cacerón de Matalobos, al norte del término, que desde el camino de Entreviñas delimita el lindero con San Martín de la Vega al discurrir paralela a la citada acequia, cruza el Cordel de los Manchegos y termina también en el Jarama.

El núcleo de Ciempozuelos se encuentra situado en una suave ladera al borde del valle del Jarama, frente al Cerro Castillejo, y su caserío se extiende básicamente en las direcciones sur y oeste. Dos son las infraestructuras que han acotado su crecimiento: por una parte la Carretera M-404, que anteriormente cruzaba el pueblo y ahora lo bordea por el norte y este, y por otra la vía férrea Madrid-Alicante, auténtico borde urbano que discurre también por el límite oriental del casco impidiendo, junto a las cercanas terrazas del valle, el desarrollo de esta zona.

Respecto al origen del topónimo, todas las fuentes consultadas son unánimes: en el paraje conocido como Buzanca, a unos 2 Km. del núcleo, comenzaba un canal que, en el pasado, surtía de agua a la fuente de la plaza del pueblo; como el manantial no era abundante se construyeron numerosos pozos que proporcionaron, además del suficiente caudal, el nombre a la localidad.

ORÍGENES EN LA EDAD MEDIA

En cuanto al monumento romano -incoado BIC (Bien de Interés Cultural) por resolución de 8-7-1987 (BOE 9-9-87)-, los 33 sillares de piedra caliza extraídos del Jarama pertenecen a un gran edificio del que no se conocen su función ni las características exactas (podría ser un arco triunfal), pero que, por las fechas en las que es datable -entre finales del siglo I y mediados del II d.C.-, constituye el resto más antiguo de la romanización en la Comunidad de Madrid. Las piezas rescatadas son 3 sillares de moldura decorada (uno de esquina), 4 de un friso liso con inscripción incompleta, 1 de cornisa denticular, 4 dovelas cuya curvatura permite deducir que el arco o arcos que formaban tenía un diámetro de 2,40 m., 2 salmeres, 1 moldura de imposta, 6 sillares con forma para asiento de dovelas y otros 12 restantes, quizás alguno de ático. La inscripción del friso, en letra capital cuadrada, reza:

SEX * PRISCO* FILIO (…)
F QVIR SEVERVS NEPO (…)
(ecerunt o posuerunt?) EIDEM (Q)
VE DEDICARVNT

y por sus dimensiones se puede deducir que completo ocuparía un frente de unos 9 metros. En ella, dos personajes, abuelo y padre, de los que sólo se conoce el “cognomen” del segundo, Severo, y su pertenencia a la tribu Quirina, dedican el monumento a Sexto Prisco, nieto e hijo de ambos. Tras la caída del reino visigodo.

-algunas fuentes especifican que nuestro pueblo fue cercado y destruido por los árabes en el año 714-, será Alfonso VI quién, una vez conquistado Toledo en 1085, repueble la zona, y entre otras localidades, Ciempozuelos. Un siglo después, en documento fechado el 25 de marzo de 1190, Alfonso VIII cede a la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia un total de 19 aldeas -el futuro sexmo de Valdemoro- enclavadas entre los ríos Tajuña y Henares; entre ellas no está Ciempozuelos, puesto que, al parecer, era segoviana desde hace tiempo atrás. En cualquier caso, lo cierto es que pasó a formar parte del citado sexmo, uno de los trece que constituían la Comunidad de Segovia y que se caracterizaba por formar un coto continuo, pero aislado geográficamente del resto del territorio segoviano.

La política expansionista de los segovianos hizo que las desavenencias con el concejo madrileño acerca de los límites jurisdiccionales de los sexmos fuesen frecuentes. Prueba de ello es el privilegio de amojonamiento, fechado en San Esteban de Gormaz el 29 de junio de 1239, en el que Fernando III define los límites del sexmo de Valdemoro mediante 42 mojones que separaban Palomero, Pozuelo, Pinto, Covanobles, Torre de Aventrespín y Cuelgamuros -aldeas de Madrid-, de Seseña, Espartinas, Valdemoro, Gózquez, Santisteban y Albende, pertenecientes a Segovia.

Espartinas, también llamado San Juan de las Salinas de Espartinas, y situado a unos 4 Km. al sur de Ciempozuelos, junto a la Carretera M-307, era, pues, uno de los enclaves medievales del sexmo, que dentro del actual término municipal poseía otras dos aldeas también desaparecidas: el Casar de San Antón, en el NE y de origen tardomedieval, y el Soto Gutiérrez, que bien pudiera ser una alquería de la misma época o incluso de la Edad Moderna y se localiza en el mismo vértice nororiental, pero más cercano al río Jarama. Espartinas, El Casar y Ciempozuelos-Las Chozas (el primero denominado “Siete Pozuelos”, derivado del latín “sedes, sieds”, lugar, asiento) eran, además, tres de las cuadrillas en que se dividió la vega del Jarama, según consta en el Ordenamiento de 1302 que pretendió, sin mucho éxito, fortalecer la repoblación de la Transierra. Quizás por esta razón no volveremos a tener referencias de nuestro pueblo hasta 1427, fecha en la que el Arzobispado de Toledo ordena la inspección de todas las iglesias del Arcedianato de Madrid. El visitador menciona los templos de Siete Pozuelos y El Casar e indica al respecto: “estas iglesias son yermas, sin parroquianos, ni ornamentos, ni clérigo presente”, dato que demuestra claramente que las citadas localidades estaban deshabitadas en dicha época. Por ello, años más tarde, reinando todavía Juan II, Segovia va a solicitar de nuevo autorización para repoblar las aldeas de su partido.

El privilegio, concedido por el monarca en Bayona (hoy Titulcia) en 1442 y confirmado por Enrique IV en Valladolid en 1457, implicaba a un vecino de la ciudad de Segovia, Don Juan Fernández de Piña, que se comprometía a repoblar Ciempozuelos y otras tres localidades de la ribera del Jarama -San Martín de la Vega, Vallequillas y El Casar- con 150 vecinos en cada una de ellas en un plazo de dos años. Los nuevos habitantes eran originarios de la Tierra de Segovia -en Ciempozuelos se instaló el propio Piña- y, aunque las dos últimas aldeas se despoblaron pronto y los conflictos jurisdiccionales con Valdemoro fueron frecuentes (este concejo vio reducido notablemente su término), nuestro pueblo quedó de nuevo fundado en su actual asentamiento. Entre las actividades económicas -básicamente agricultura y ganadería- destacaba ya la explotación de las Salinas de Espartinas, propiedad real acerca de la cual existen numerosas provisiones dictadas durante el reinado de los Reyes Católicos, Juana I y Carlos I que regulaban su aprovechamiento.

Unos años más tarde de la repoblación de Ciempozuelos, en 1480, se va a producir un hecho de gran trascendencia para la historia local: los Reyes Católicos, con el fin de premiar la fidelidad de sus súbditos más leales, conceden el Señorío de Chinchón a los marqueses de Moya, Don Andrés Cabrera y Dña. Beatriz de Bobadilla, y para ello segregaron de Segovia 1.200 vasallos incluidos en la totalidad del sexmo de Valdemoro y parte del de Casarrubios. Ciempozuelos pasó a ser villa exenta, con propia y ordinaria jurisdicción, pero perteneciente al mayorazgo que poco después, en 1496, fundan los Moya vinculándolo a su tercer hijo, Fernando Cabrera Bobadilla. Éste fue nombrado Conde de Chinchón por Carlos I en 1520 y, a pesar del pleito interpuesto por el Concejo de Segovia que no se solucionó hasta 1592, los dominios objeto de litigio -entre ellos nuestra localidad- quedaron bajo su propiedad, mediante el pago a los segovianos de una serie de compensaciones.

SIGLOS XVI, XVII y XVIII

SIGLOS XIX y XX

Cómo vivieron, gentes, lugares…

Ciempozuelos y sus gentes…

 

Galería fotográfica

Un recorrido fotográfico por nuestra historia…